El Templo
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Hay belleza.
Grandeza.
Esplendor…
¡Pero ni se compara con la Gloria del descenso del Espíritu Santo sobre los que se sacrifican por Él!
¡Imagínese a Su Majestad, el Señor de la Gloria, el Rey de reyes, Señor de señores, el Todopoderoso, Omnisciente y Omnipresente entrando en cada siervo en aquel momento!
Es el Fuego del Altísimo sellando SU CASA,
La Casa del Sacrificio.
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