El suicidio

¿Quién no escuchó esa voz que dice: “Que ganas de morir”?
Las cosas no suceden como se planean; todo está saliendo mal. Quien ya escuchó esa voz parece encontrarse cada vez más, dentro de un túnel sin salida, y la luz, que dicen que existe al final simplemente no brilla. Sólo piensa en morir. Y ese pensamiento dice: “Quizás la muerte trae esa paz que tanto quiere”
¿Será que la muerte puede terminar con todos los problemas?
Datos de la OMS (Organización Mundial de Salud) indican que alrededor de 1 millón de personas se suicidan, cada año, en todo el mundo. Además, el suicidio es una de las tres principales causas de muerte de personas de 15 a 44 años. ¡Sin embargo, nadie habla al respecto! Se hacen campañas contra el SIDA, cáncer, y otras cosas, pero con respecto al suicidio, la mayoría de las personas prefiere fingir que no ven… prefiere no pensar en el asunto.
Ahora, este asunto es más común de lo que parece ser. Todos los días, personas en todo el mundo piensan en morir. La pregunta es: ¿En realidad, la muerte trae paz? ¿Quién dice que una vida termina después de la muerte? Eso simplemente no tiene sentido.
El ser humano está formado por tres partes: cuerpo, alma, y espíritu. Con la muerte, los tres terminan. El cuerpo se descompone, eso ya se sabe. El espíritu vuelve hacia Dios. ¿Y el alma? Si la persona es salva, su alma va al cielo, pero si no, su alma va al infierno.
La persona que es salva no desea morir, pues su relación con Dios no está basada en teorías. Ella es feliz por eso. Y eso lleva a la conclusión de que quien desea morir no es salvo, y quien no es salvo…
¡O sea, el suicidio conduce a tormentos infinitamente dolorosos y eternos!
No se resuelve un problema huyendo de él. Porque, si usted está pasando por una situación que le ha costado la paz, y pensamientos de quitarse la vida la atormentan, busque a Dios, ¡Hay una solución! Ahí mismo, donde usted esté, Dios está listo para entrar en acción y terminar con ese sufrimiento. Pero, Él sólo podrá hacerlo con su permiso. Basta con invitarlo a entrar. Y, si Él existe como hemos creído, la respuesta a su clamor será inmediata.
¿Esto no sería más fácil que quitarse la vida?
¡Dios lo bendiga abundantemente!
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