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El sacrificio libera la fe

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Uno de los miembros de la IURD en África fue la mano derecha de un determinado líder revolucionario. Él nos contó varias barbaridades cometidas por el jefe durante el período de la revolución.

Siempre que conquistaban una villa o ciudad, dependiendo del grado de importancia de la misma, eran hechas ofrendas de sacrificios humanos.

Luego, después de su entrada en la ciudad, inmediatamente encendían una enorme hoguera. En seguida, los soldados arrancaban niños inocentes de los brazos de sus madres y las arrojaban vivas al fuego.

Era el precio cobrado por las entidades espirituales a quien él servía.

Pero la historia continua registrando varios tipos de sacrificios humanos hechos en búsqueda del éxito a cualquier precio.

En una entrevista con la BBC, el ex rebelde liberiano Milton Blahyi, comandante durante la guerra civil en Liberia, hoy pastor, admitió haber participado de sacrificios de chicos inocentes como parte de las ceremonias tradicionales para garantizar la victoria en las batallas.

Israel fue el primero en aprender el valor de los sacrificios, no humanos, pero sí de animales, ofrecidos antes de las batallas. Ellos daban la seguridad de la victoria. Por esto los soldados eran envalentonados a luchar, porque tomaban posesión de la certeza de la victoria.

Los sacrificios del pueblo judío cesaron después de la destrucción del Templo en el año 77 de la era cristiana. Desde entonces, Israel aguarda ansioso su reconstrucción para volver a la práctica de los sacrificios.

El hecho es que el sacrificio siempre fue una forma de expresión de fe y confianza. Él despierta la fe acomodada, adormecida, monótona o fría… Como un acto de exclusivamente fe individual, el perfecto sacrificio obliga a que el Fuego de Dios descienda para consumirlo.

Para los que creen en el poder del sacrificio, él ha sido el secreto de la victoria por la fe. Aún hoy, quien quiera ser feliz, necesita vivir la fe del mayor Sacrificio. El sacrificio de abandonar el pecado y entregar toda la vida en el altar de Dios.