“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

Podemos observar que mucho antes de nacer y conocer la fe, el sacrificio ya estaba en los planes de Dios como solución para un problema muy serio que Adán Le trajo, cuando desobedeció y separó a toda la raza humana de la convivencia con el Altísimo. Con esto, la autoridad que el hombre había recibido de Dios fue robada por el diablo, el cual estableció su reino en este mundo.

No habiendo otra alternativa, Dios recurrió al sacrificio, Su Hijo Jesús, presentándolo en el Monte Calvario. Él podría haber enviado al ángel Gabriel, Miguel u otro, pero para llevar al diablo a una derrota incuestionable, sin la mínima chance de levantarse, y además realizar Su sueño de reconciliación con el hombre y formar un pueblo de Su “propiedad exclusiva”, envió al Sacrificio (Su Hijo).
El Sacrificio nació, creció y venció.

Dijo el Sacrificio:
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” Juan 10:10

“… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí.” Juan 14:6

“Y todo lo que pidiereis al Padre en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Sacrificio.” Juan 14:13

“… Yo soy la luz del mundo; el que Me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8:12

El diablo le dijo al Sacrificio: “¿Qué tienes con nosotros, Sacrificio? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” Mateo 8:29

“Si el mundo os aborrece, sabed que, primero que a vosotros otro me odió a Mí”  Juan 15:18

Leyendo este último versículo, entiendo por qué muchos de los que estuvieron con nosotros y se apartaron, odian tanto el sacrificio, es porque se transformaron en amigos del mundo.

Bueno, mis amigos, el motivo por el cual Abraham fue el gran padre de la fe, es que él siguió con obediencia la Voz de Dios y, anticipadamente, el camino del sacrificio.

Abraham tuvo una vida abundante, murió en una dichosa vejez y, por medio del sacrificio, le fueron respondidos todos sus pedidos. Era un hombre iluminado porque seguía la luz del sacrificio. Él venció a los demonios que usaron a los reyes que secuestraron a Lot, su sobrino. Y por seguir al atormentador del infierno, que es el sacrificio, él era odiado por esos mismos reyes que eran incrédulos y, sin duda, amigos de ese mundo.

¿Y usted? ¿También va a seguir el camino del sacrificio para tener una vida abundante, para que sean respondidos todos sus pedidos, para tener la luz de la vida, atormentar al diablo y ser odiado por el mundo por seguir la fe en el Sacrificio, que es Jesús?

Dios los bendiga

Obispo Sergio Correia