El matrimonio
Ayer Dios me habló algo muy fuerte, que sirvió para que lo usemos en la reunión de este domingo.
Hasta entonces estaba pidiéndole a Dios inspiración, pues no sabía cómo llevar el tema «cariño» hacia el lado espiritual, a no ser de la manera que ya lo hacemos en el grupo, con tareas y conversaciones personales.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, no lo hizo solo para que hubiese un matrimonio o un par, sino, por encima de eso, un padre y una madre. Ambos con funciones diferentes dentro de una familia. Cuando pienso en mi crianza, recuerdo bien esta diferencia.
Mi padre nos transmitía seguridad, protección, respeto, fuerza y razón. Mi madre nos transmitía cariño, educación, cuidado, atención y amistad. Uno no podía hacer el trabajo del otro, aunque quisiese, pues esas habilidades vinieron con las diferencias del hombre y de la mujer.
Vea cómo el papel de ambos – padre y madre – se compara con el papel de Dios, que es Padre, y de la Iglesia, que es nuestra Madre espiritual. Dios podría no haber establecido a la Iglesia y habernos dejado solamente Su Palabra para que nosotros La siguiésemos conforme a nuestra fe, pero no – Él se preocupó por construir la Iglesia, ¡pues el papel de Esta es muy importante en la vida de Sus Hijos!
Dios, que es Padre, nos pasa esta seguridad de que está con nosotros todos los días, que todo coopera, que vamos a vencer, que tenemos galardones esperándonos. A su vez, la Iglesia, que es la Madre, nos proporciona todo lo que necesitamos para mantener esta fe – la unión de espíritu, la palabra de vida, la reprensión, el discipulado, la enseñanza, en fin – Ella le ha dado el apoyo a la Obra de Dios en nuestras vidas. ¡Todo lo que sabemos hoy es porque Dios usó a la Iglesia para orientarnos! La Iglesia es tan importante que Quien La dirige es el propio Espíritu de Dios – ¡¡¡qué bueno!!!
Es por eso que un cristiano fuera de la Iglesia (con excepción de los que no tienen una iglesia adónde ir) no logra vivir su fe con eficacia, pues es como si estuviese en una familia de solo un pariente. Se puede vivir y crecer en familias así, pero no es lo ideal, ya que falta el papel del pariente ausente.
¿Y qué es lo que la Iglesia ha hecho por nosotros?
Nos ha dado atención, sus puertas están abiertas diariamente, nos enseña, nos reprende, nos disciplina, ora por nosotros, lucha por nosotros, compra la pelea con el diablo por nosotros, en fin, se ha dado por nosotros todos los días.
¿Y quién forma la Iglesia? Nosotros, en conjunto, somos la Iglesia. A cada lugar al que vamos, representamos a la Iglesia.
La pregunta entonces es: ¿qué tipo de representación Le hemos dado?
• ¿Hemos tenido este cuidado por los de casa, como la Iglesia, nuestra madre, ha tenido por nosotros?
• ¿Le hemos dado la atención debida o la indiferencia a lo que sucede con ellos?
• ¿Estamos siempre disponibles o siempre ocupados?
• ¿Separamos tiempo para enseñar o esperamos que ellos aprendan por sí mismos?
• ¿Somos corajudas para reprender o fingimos no ver?
• ¿Tenemos placer en discipular o ni nos interesamos si saben o no hacer algo?
• ¿Oramos o ignoramos?
• ¿Luchamos por ellos o nos escondemos de ellos?
• ¿Compramos peleas con el diablo por ellos o solo pensamos en nuestras propias necesidades?
¡Tantas obreras se dan más a los que no conocen que para los de la propia casa o de la propia fe!
Todo eso forma parte de que seamos cariñosas. Ser cariñosa no es solo ser afectiva, aunque eso también forme parte. ¿De qué sirve que usted llene a alguien de elogios si no lo ayuda en lo que realmente necesita? ¿De qué sirve que ayude a la persona y no le muestre cuán importante es para usted?
Este es nuestro papel de mujer en la sociedad. Tenemos que traer el cariño, la atención, el cuidado, la amistad de vuelta, por lo menos para los que forman parte de nuestras vidas. No seamos como es este mundo: frío, indiferente y egoísta. Pues quien creció en una familia así sabe bien lo que es estar traumatizado por no tener el mínimo de cariño de la madre… ¡es doloroso y las consecuencias son las peores!
Así como la Iglesia ha sido nuestra madre y nos ha enseñado cosas que nadie en este mundo nos enseñó, incluso cosas diferentes a nuestras propias culturas, así también tenemos que brindarnos cariñosamente a nuestra familia – sea eso algo de la cultura de nuestro pueblo o no – pues forma parte de la Obra de Dios en nuestras vidas.
¡Seamos gentiles, amigas, comprensivas, afectivas! A veces una palabra amiga marca mucho la diferencia – ¡y usted sabe esto!
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