El lugar de la bendición y de la vida eterna
“Jesús es la Imagen del Dios Invisible, el Primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles…Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten.” Colosenses 1:15:17
Era el Señor de la Gloria, pero nació del Espíritu en este mundo para servir.
Para ser Siervo. Para obedecer. Para sacrificarse.
Por ese motivo, Él no se permitía desperdiciar tiempo, sino redimirlo en servicio a Su Señor.
Sus pensamientos y Sus sueños combinaban con los del Padre.
Mientras no haya nacimiento del Espíritu, la persona jamás será sierva.
Puede inclusive servirse a sí misma o al Mal, pero nunca a Dios.
Al Espíritu Santo no Le es posible estar, ni guiar a siervos de sí mismos o del Mal.
Esa es la razón por la que la persona no logra controlar sus impulsos y se mantiene rebelde.
Como Siervo, Jesús no escogió el Monte Hermón.
Fue llamado a aquel Lugar Santo por el Señor, Su Padre, para dar a Sus siervos la visión profética de la Nueva Jerusalén, la Iglesia Celestial del Señor Jesús.
Hermón no sirvió como el Monte Sinaí, donde fue dada la Ley de los Mandamientos a los hijos rebeldes de Israel.
No fue como el Calvario que sirvió para el sacrificio del Sacrificio, que el Padre no soportó ver.
No fue como el Monte Carmelo, que sirvió para el gran desafío a los idólatras; tampoco fue como el de las Bienaventuranzas, que sirvió como escuela de entrenamiento de los hijos de Dios.
Por el contrario, el Monte Hermón sirvió como Santuario del Altísimo, rodeado de Sus hijos.
“… y Se transfiguró delante de ellos, y resplandeció Su rostro como el sol, y Sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él…Mientras Pedro aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí Una Voz desde la nube, que decía: Este es Mi Hijo amado, en Quien tengo complacencia; a Él oíd.” Mateo 17:2-5
El Dios-Padre (Nube Luminosa), La Voz de la Nube (el Dios-Espíritu) y, en ese momento, el Siervo Jesús (que no había asumido Su Trono), con Sus hijos, representados por los tres discípulos.
Ahí tenemos al Todopoderoso descendiendo una vez más sobre un Monte.
El Hermón fue reservado exclusivamente para este momento glorioso.
Para dar a los verdaderos siervos del Señor Jesús la visión de su futuro celestial.
No es en vano que su nombre signifique Consagración, Dedicación y que, por la Visita Gloriosa, sea considerado Monte Santo.
Allí, en una visión profética, el Todopoderoso pudo disfrutar, suspirar y exultar el placer de tener a Sus hijos a Su alrededor, y exclamar: ¡Oh! ¡Cómo es bueno y agradable que vivan los hermanos unidos!
En Jerusalén, Jesús Se lamentó: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise Yo juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Mateo 23:37
Pero allí, en el Hermón, el Siervo Jesús contempla Su Gloria futura y exclama junto con el Padre: ¡Oh! ¡Cómo es bueno y agradable que vivan los hermanos unidos!
Allí también, Él ordena Su bendición y la vida eterna para los hijos conquistados.
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