El éxito de la mentira
“Entonces éste fue a su padre y dijo: —Padre mío. E Isaac respondió: —Aquí estoy, ¿quién eres tú, hijo mío? —Yo soy Esaú, tu primogénito —respondió Jacob—…Se acercó Jacob a su padre Isaac, quien lo palpó, y dijo: «La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las de Esaú.»” Génesis 27:18-19,22
Las conquistas de Jacob fueron fundamentadas en la mentira. Aunque había construido familia y bienes, cargó durante aproximadamente 20 años, la marca del engaño, pues era un hombre vacío, inseguro y apegado a lo que había conquistado, al punto de ser atormentado por el miedo a que su hermano lo reencontrara y que le quitara todo lo que había conquistado a lo largo de su trayectoria.
Así también existen obreros(as) que inician su ministerio en la mentira, cuando, en la entrevista, el pastor le pregunta “¿Eres bautizado con el Espíritu Santo?” y la persona dice: “Sí.», pero ella sabe que no lo es, o por lo menos tiene dudas. En este momento, el espíritu más perverso del infierno, que es el “ENGAÑADOR”, empieza a actuar en su vida de forma sutil, haciéndose pasar por el Espíritu Santo. Vea que cosa interesante:
“La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las de Esaú.” Génesis 27:22
Isaac cuestionó que la voz era verdaderamente de Jacob, pero las manos, que eran falsas, eran de Esaú. Yo diría que hoy existen obreros cuyo uniforme es verdadero, pero sus actitudes y el comportamiento por debajo de los paños son falsos.
Tenemos que tener mucho cuidado con el espíritu engañador, pues él actuó por lo menos en tres personajes bíblicos: en Jacob, en Pedro y en Judas, y hoy viene actuando en la vida de muchos que forman parte de ministerios en este mundo.
Podemos también ver al engañador actuando en la vida de Pedro:
“Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirlo, diciendo: —Señor, ten compasión de Ti mismo. ¡En ninguna manera esto Te acontezca! Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: — ¡Quítate de delante de Mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” Mateo 16:22-23
Podemos ver también el engañador actuando en la vida de Judas:
“El diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que entregara a Jesús…” Juan 13:2
La diferencia de Jacob y Pedro es que ellos no aceptaron más ser victimas del espíritu del engaño. Pedro, al oír el gallo cantar corrió desesperado y arrepentido y lloró amargamente.
Jacob no perdió la oportunidad de estar cara a cara con el Ángel y luchó con él toda la noche por el cambio de su identidad, es decir, por su liberación del espíritu del engaño y de su propio yo. Pero Judas no quiso cambiar, y el espíritu del engaño lo llevó al infierno.
¿Y usted obrero, evangelista, joven, miembro, pastor, esposa, y nosotros obispos? ¿Qué lección podemos aprender de todo esto?
El Ángel responsable por traer la bendición de la transformación en la Hoguera Santa ha estado en el Altar todos los días. ¿Será que Lo dejaremos subir sin bendecirnos?
Yo no Lo dejaré, ¿y usted?
Dios les bendiga.
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