El Espíritu de la Promesa – II
La fuerza del Espíritu de la Promesa vino sobre Abraham, después sobre Isaac, luego sobre Jacob, sobre su hijo José y también sobre Moisés, Josué, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David y los profetas.
Hasta entonces, solamente los hijos de Israel poseían tal fuerza dentro de sí. Pero cuando vino el Propio Dios, en la Persona de Su Hijo Jesús, el Espíritu de la Promesa se extendió también para los gentiles, o no judíos.
A partir de entonces, el Espíritu de la Promesa vino sobre los apóstoles y todos los demás que creyeron y se rindieron al Señor Jesucristo con todas sus fuerzas, con todo el entendimiento y de todo corazón.
Cada uno de esos fieles se transformó en un ícono en su tiempo y manifestó la gloria del Dios de Abraham, de Isaac y de Israel.
Todos ellos hicieron la diferencia en sus respectivas épocas.
Ellos murieron, pero el Espíritu de la Promesa, no.
De la misma forma como cada uno fue siendo sustituido a lo largo de los milenios, HOY, el Espíritu de la Promesa está buscando quien pueda sustituir a Sus héroes de la fe del pasado para manifestar la misma gloria en el presente.
Él quiere poseer gente de carácter.
Gente que no tiene miedo de asumir la fe.
La fe que contraría a la religiosidad, a los intereses personales y que está dispuesta a sacrificar el reino de este mundo por el Reino de Dios.
Gente que cree en la eternidad del alma y que está dispuesta a renunciar a la gloria de este mundo por la eterna.
¿Quién desea entregarse de cuerpo, alma y espíritu para ser poseído por el Espíritu de la Promesa?
¿Quién está dispuesto a todo por la fe y amor al Señor Jesucristo?
Sí, porque quien quiere ser y hacer la diferencia tiene que actuar a contramano del curso de la sociedad en la que vivimos.
¿Quién está dispuesto a renunciar a ser el dueño de su propia nariz para ser siervo del Señor de la Promesa?
¿Quién quiere?
¿Quién cree?
Pero vea bien, el conocimiento de la promesa no garantiza su cumplimiento.
Es necesario ser poseído por el Espíritu de la Promesa para tomar posesión de ella. Pero para tenerlo tiene que pagar el precio.
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