thumb do blog Blog Obispo Macedo
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El Beneficio de los Problemas

Me gustaría mucho que el obispo Macedo recibiera este e-mail. Porque, cada día que pasa, por más que todos mis familiares digan lo contrario, yo creo y veo la dirección del Espíritu Santo sobre la Iglesia Universal y le doy gracias a Dios por mantenerme en ella.

Yo nací en la IURD, a mis cuatro años mi papá ya era evangelista (pastor). En la obra de Dios pasamos por estados muy pobres en el nordeste brasileño, y en momentos de muchas privaciones, aprendí a temer a Dios. Por más que veía las dificultades que mi padre sufría y la preocupación de mi madre, cuando no teníamos nada en casa para comer, aún en situaciones extremadamente difíciles, vi a mis padres siempre entregados al servicio, más preocupados con lo que estaban dando que con lo que estaba faltando…

A pesar de no ser perfectos, vi un buen ejemplo en ellos, y eso despertaba en mí el deseo de ser como ellos, y ese deseo me llevó a bautizarme en la aguas y ser una joven separada del mundo. Sin embargo, llegó a mi vida, gracias a Dios, el día en que me vi perdida. En este momento me di cuenta que, aún estando dentro de la iglesia, estaba lejos del Espíritu Santo. Tener apariencia de convertida y no hacer nada malo no era suficiente para salvarme. Tenía ganas de morirme y en una de esas noches de depresión me di cuenta de que no conocía a Dios de verdad.

Entonces, comencé una búsqueda incesante. En casa, en la escuela, en la iglesia, en todo momento en mi mente solo estaba el deseo de recibir al Espíritu Santo, de conocer a Dios de verdad; leía la Biblia en los recreos, y ni me importaban las burlas de mis compañeros. Salía de la escuela con mi radio portátil sintonizado en el Mensaje del obispo Macedo, que era transmitido al mediodía, e iba caminando por la calle orando junto a él. Cada mensaje fortalecía mi búsqueda, parecía que para mí el día nunca llegaba, cada domingo y miércoles buscaba con el corazón sediento, hasta que llegó el día… ¡y qué día!

A partir del momento en que fui bautizada con el Espíritu Santo, yo ya no caminaba con los pies de mis padres, yo respetaba como siempre su palabra, pero, mi fe me guiaba y el Espíritu Santo era quien me orientaba en el camino. Tuve la certeza de que Él me había elegido para servirlo, y mi fe fue madurando con el tiempo.

Obispo, sentí ganas de escribir mi testimonio para decir que el Espíritu Santo es realmente la Persona fundamental en la vida de los que quieren ser salvos, digo eso porque hoy sé que es imposible mantenerse salvo sin Él.

Hoy sirvo a Dios con mi marido, que es pastor aquí en Argentina, no con objetivos personales, no pienso en tener beneficios sin esfuerzo, porque sé cuál es el fin de los que se desvían del objetivo. Digo eso porque hoy todos mis familiares – mis padres, mi hermana – que antes estaban en la IURD, haciendo la obra en el altar, ya no lo están más. Mi hermana, que también era esposa de pastor, quiso dejar la obra, y mi cuñado, por no tener a Dios en primer lugar en su vida, eligió seguirla.

Y lo más curiosos es que todo eso sucedió cuando todos estaban sintiéndose estables, quiero decir, no fue durante los momentos más difíciles que ellos dejaron de mirar a Jesús, sino cuando todo estaba bien.

Por eso doy gloria a Dios por las dificultades que paso hoy con mi marido, en una iglesia pequeñita. Porque estamos construyendo bases sólidas, y sé que el peligro no está en esas dificultades que pasamos, ¡sino en su ausencia!

Muchas gracias por su atención.

Saludos obispo Julio,

Daniela S. Freitas

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