Deléitate… y Él te concederá…
“Deléitate asimismo en el SEÑOR, y Él te concederá las peticiones de tu corazón”. Salmos 37:4
En la búsqueda de cómo agradar al SEÑOR, me vinieron a la mente muchos interrogantes de cómo hacerlo.
No con interés de satisfacer al corazón.
Sino ocupado en retribuirle por mi salvación.
Pensé en realizar más reuniones de alabanza y adoración. Sin embargo, mi alma reclamaba algo más.
Me intrigaba por qué los salmistas estimulaban eso. Perseveré en busca de la respuesta.
Y, de nuevo, otro pensamiento.
¿Tal vez sumando reuniones de lectura, meditación y estudios bíblicos?
Llegado a ese punto, mi alma gritó: ¡Eh! ¿Me quieres enterrar en un monasterio? ¿Quieres saborear solo la miel que fluye de la Roca?
En ese instante, mi ser saltó y vibró ante aquel pensamiento.
Es que cuando mi alma estaba presa y sedienta en las garras del infierno, las alabanzas, las adoraciones, los estudios bíblicos, etc. y tales, no habían sido suficientes para librarla.
Hubo necesidad de extraer el espíritu malo que la esclavizaba.
Entonces, me di cuenta de que para agradar a mi Señor tendría que descender hasta los cautivos, quebrar sus cadenas y liberarlos.
¿No fue esa la obra del Espíritu Santo en Jesús?
¿Y no es esa la voluntad del Espíritu Santo en nosotros?
“El Espíritu del SEÑOR Dios está sobre Mí, porque Me ungió el SEÑOR; Me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”. Isaías 61:1
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