Delante del Altar
“Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca.”, (Marcos 12:41). El verbo observar se refiere a un examen atento y más perfeccionado.
Por lo tanto, Jesús no estaba sentado delante del altar como un mero espectador. Su gran interés era saber cómo ofrendaba el pueblo.
Dinero es papel. Su valor nominal puede ser enorme, pero aún así, es papel. Su importancia y representación puede ser aún mayor, inclusive de buen siervo. Pero no deja de ser papel.
La ofrenda también es papel. Si fuera oro, es metal. Si fuera una casa, es cemento. Si fuese un auto, es hierro.
Lo que da valor a la ofrenda no es su cuantía. Es la fe.
Fe de que Dios no le deberá al ofrendante, y, de acuerdo con Sus promesas, deberá recompensarlo mucho más.
El peso de la ofrenda está en la certeza de que Dios existe y es Galardonador de los que Lo buscan. Hebreos 11:6.
Súbitamente, entre los ofrendantes, surgió una viuda pobre. No debería estar allí. La Ley religiosa no permitía que una mujer entrara al Templo, más allá del Patio de las Mujeres.
Por ese motivo, es probable que ella se haya aproximado al arca de la ofrenda con sentimiento de culpa. Además de que, sus monedas insignificantes no cumplían con la determinación sacerdotal de valor mínimo exigido en la ofrenda.
Súmese a eso el hecho de que las monedas acuñadas en Israel eran de un valor muy inferior a las del Imperio romano. Las monedas de la viuda eran judías.
Por lo tanto, la viuda tenía todo para continuar siendo excluida, sola y miserable. Era viuda, pobre, no podía estar ante el arca de la ofrenda, su ofrenda era despreciable, en fin, ante su comunidad, en ella no había nada digno de consideración.
¿Pero Quién estaba allí, sentado junto al arca, para pesar el corazón de los ofrendantes?
El Señor Jesucristo, el Dios hijo del Altísimo.
¿Sabe por qué?
Él estaba allí por ella.
Él sigue sentado delante de las arcas de ofrenda…
Nadie Lo ve. Pero Él ve a todos.
Sin embargo, honra solamente a los despreciados, a los que sufrieron injusticias, a los excluidos y sufridos que vienen a Él de todo corazón, con todas las fuerzas y con toda su mente.
Llamando a Sus discípulos, les dijo:
“Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos (los ricos) han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.”, (Marcos 12:43, 44).
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