¿Cuántos han huido del problema?
No quieren oír verdades, no quieren exponer sus errores o fracasos porque prefieren mostrar una cierta apariencia de que están en la “fe”.
Sin embargo, el tiempo está pasando, las aflicciones están aumentando. ¿Dónde está la solución? ¡Está lejos! ¡Cada vez más distante!
Las personas están en la iglesia, lloran e incluso parecen estar entregándose.
¿Y por qué?
Porque, después de llorar, enseguida viene la sensación de que no van a cometer más los mismos errores, no obstante, a la semana siguiente, ¡las actitudes demuestran que todo fue en vano! ¡Nada fue real! ¡Todo fue una farsa!
Pero ella dice: ¡Estoy luchando! Sé que Dios me librará de mi “yo”.
¿Qué? ¿Dios va a librarte?
Disculpe amiga, pero usted va a tener que leer atentamente lo que le tengo que decir.
Antes de que Jesús fuera apresado, Él estaba en el Huerto de Getsemaní, donde oraba a Dios en agonía, diciendo: “Si es posible pasa de mí esta copa”. ¿No es cierto?
¡Eso mismo! Pero cuando llegó el momento de probar que no sólo pedía, sino que Él mismo se ofrecía a Dios… ¡Él nos sorprendió!
“Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.
Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que Le habían de sobrevenir, Se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?” Juan 18:3-4
Sabe, no tengo palabras en cuanto a la actitud del Señor Jesús. ¡Simplemente linda!
Él, que no hizo nada, no pecó, sería juzgado como malhechor y llevaría sobre sí todo el pecado del mundo, desde que existe hasta el porvenir. Estaría lejos del Padre. Solo. En fin, todo para obedecer y ser la Única Ofrenda capaz de comprar nuestra alma del infierno.
Antes, pedía que Lo librase, pero no hizo Su propia voluntad. ¡El encaró! Y más: se adelantó, incluso antes de que los soldados llegasen hasta Él.
¡Quien no debe no teme!
Quien está realmente apto a obedecer, se sacrifica a sí mismo y se adelanta para asumir aquello que le toca hacer.
Pero aquellos que son cobardes se sienten humillados ante la situación. Su orgullo es su refugio y no logran nada sino ser los hipócritas de esta generación.
El Señor Jesús fue hasta los que Lo perseguían y encima preguntó. ¿Quién con tanta osadía haría eso, aun sabiendo lo que podría suceder?
¿Usted hace lo mismo delante de aquello que puede perjudicarlo ante la sociedad y la iglesia?
¿Su actitud demostrará quién es usted?
Obs: ¡No sus lágrimas! ¡Sus actitudes!
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