Queridos obispo Edir Macedo y señora Ester Bezerra,

Les envío junto a esta carta una caja con dulces, chocolates y alfajores, frutos de mi trabajo.

Me gustaría compartir con ustedes que ese sólo se hizo realidad una mañana, hace aproximadamente dos años, cuando usted le dio una palabra a otra oyente (que como yo estaba muy insatisfecha por tener formación universitaria y no tener éxito en esa área) y dijo cuatro frases que cambiaron mi vida profesional.

La historia era igual, ella estaba muy frustrada y preguntaba:

“¿Por qué motivo Dios no permite que se abra una puerta en el área en la que me formé?”

Al final de la lectura de la carta de la oyente, el Espíritu Santo, por intermedio suyo, respondió con cuatro preguntas:

“¿Cuál es su talento? ¿Qué es lo que usted hace bien? ¿Usted cocina, cose, hace ricas tortas? ¿Quién dice que Dios quiere que usted sea una profesional en el área que usted eligió?”

Jamás olvidaré estas palabras, pues cambiaron mi vida profesional. Y yo inmediatamente me respondí a mi misma: “Mis brigadeiros (postre dulce de origen brasileño)”. Recordé que siempre recibía elogios por mis brigadeiros.

Eso fue en noviembre de 2009, si no me equivoco, y ya estábamos preparándonos para la Hoguera Santa de Israel.

No lo pensé dos veces, pasé a hacer brigadeiros y a venderlos en bolsitas de dos unidades, a 1 real cada una, para los empleados de la empresa en la que trabajaba.

Vendí un montón, y puse todo lo que recaudé en mi sobre. Desde entonces, fui conciliando ese trabajo y los pedidos extra. Seguí luchando y aprendiendo en la Nación de los 318.

Y Dios fue haciendo cosas en mi vida que jamás imagine, fue colocando personas y situaciones en mi camino que soñé. Se abrieron las puertas…

Dejé la empresa en la que trabajaba en marzo de este año, pues tenía que elegir: seguir adelante o retroceder. Y Dios sólo me ha bendecido cada día más con mi empresa. Con eso, hoy trabajo con dulces y chocolates finos, enfocada en el área de casamientos.

Conquisté mucho más en estos casi siete meses de lo que en los años anteriores. Ya estoy buscando un lugar mayor para expandir mis negocios y poder tener más empleados, que hoy son cinco (tres fijos y dos freelance).

Alabo y agradezco al Señor Jesús por su vida y la de la señora Ester. Alabo y agradezco por los demás obispos y pastores, por la Iglesia Universal, donde conocí al Señor de mi vida.

Alabo y agradezco a Dios por aquel día, por aquella mañana, por aquellas palabras, y más aún por no haberme dado “el empleo de mis sueños”, pues si me lo hubiera dado me habría acomodado, y jamás partiría en búsqueda de emprender.

Mery Anne Azevedo