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¿Cuál es el mayor testimonio que podemos dar hoy?

En el Antiguo Testamento, los héroes de la fe eran conocidos por sus victorias sobre sus enemigos, por sus conquistas y por provocar la manifestación del poder de Dios.

Sin embargo, el autor de la carta a los hebreos, cuando menciona a los héroes del pasado, deja en claro que, a pesar de sus hechos extraordinarios, no alcanzaron “La Promesa” (Hebreos 11:39). Eso fue porque entendieron que les faltaba algo mayor, que no podía ser el resultado de actitudes puntuales de fe y conquistas terrenales, o sea, ellos anhelaron una “patria superior”.

Es interesante que el Señor Jesús, cuando quiso referirse a un gran ejemplo de testimonio, citó a Juan el Bautista, hombre que no tenía “ningún testimonio” humano para presentar, pero que fue citado como “el mayor de todos los hombres” (Lucas 7:28). ¿Y por qué esa afirmación, si Juan “solo” preparó el camino para el Señor Jesús y murió decapitado?

En el Nuevo Testamento, la mayor gloria, el mayor testimonio que alguien podía dar era servir al Señor Jesús de tal manera, e incluso tener el privilegio de morir por causa de Él.

Cuando el Señor Jesús dijo: “… Me seréis testigos…” (Hechos 1:8), era como si Él estuviera diciendo: “El mundo quedará perplejo y se preguntará: ‘¿Quién es ese Jesús en Quien las personas creen tanto, que son capaces de dejar todo, vivir en función de Él e, incluso, de morir por Él con alegría?’”.

El mayor testimonio que podemos dar es mostrarle al mundo que todo lo que es visible, palpable, humano, sean cosas o personas, son infinitamente inferiores a lo que está preparado en la Eternidad con Dios. Eso está exclusivamente reservado para quienes sean capaces de cambiar la ínfima y pasajera “supuesta gloria” de este mundo por el sublime, real y eterno placer de vivir para siempre en el Reino Celestial del Altísimo y Todopoderoso.

El apóstol Juan oyó y escribió lo que una fuerte Voz del Cielo le dijo:

Y ellos le han vencido por medio de la Sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Apocalipsis 12:11

Que el Espíritu Santo nos ayude a abrir los ojos espirituales de quienes, ciegamente, están presos y limitados a las conquistas de este mundo. Estas son importantes, pero glorificar a Dios, de hecho, va mucho más allá.