Corazón de Madera
Cansada de tanto llorar, sufriendo con la tristeza que su hijo le hacía pasar, una señora decidió materializar su dolor.
Tomó un corazón de madera, le clavó muchos clavos y lo colgó en la puerta de entrada de su casa.
Al ver la extraña escultura, su hijo preguntó: «¿Por qué está ese corazón feo y lleno de clavos en la pared?». Ella respondió: «El corazón es mío. Los clavos son la amargura y la tristeza que vos me causaste».
Sin palabras y profundamente entristecido, el hijo salió decidido a cambiar su comportamiento.
Pasadas algunas semanas, él notó que los clavos del corazón habían sido quitados y, nuevamente, preguntó: «¿Por qué quitaste los clavos?». A lo que la madre respondió: «Conforme a que tus actitudes fueron cambiando, la amargura y tristeza fueron desapareciendo y, por eso, retiré los clavos que las representaban».
El muchacho sintió alivio al notar que ya no era más causante de los dolores emocionales de la madre, pero, al mirar nuevamente al corazón de madera, también notó que a pesar de que los clavos no estuvieran más allí, las marcas que dejaron quedarían para siempre.
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