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Carta de un hijo en la fe

Hola obispo,

¿Todo bien?

Me puse muy feliz cuando usted me permitió escribirle. Pero, yo ni sé qué escribir. Me viene una montaña de cosas en la cabeza.

Escuché su reunión, del domingo, y me emocioné mucho. Es eso que creo de la Iglesia Universal, una fe sin igual y un amor que no existe en este mundo.

Cuando era pequeño, mi padre se fue de casa, como usted sabe, y nuestra vida se convirtió en una desgracia en todos los aspectos. Nadie nos ayudó. Hubo pocos, muy pocos, que hasta intentaron, pero no tenían condiciones, no tenían amor, no tenían paciencia, no tenían a Dios.

Nadie podía ayudarnos. Buscamos la ayuda de muchos: iglesias, espiritistas, familiares, hasta iba al cementerio con mi madre a encender velas a mi abuelo fallecido.

Las cosas empeoraban y fue ahí que no había nadie para ayudarnos. Todo el mundo tiene sus problemas y no quieren saber nada del problema de los demás.

Fue entonces que fuimos a la Iglesia Universal, en Pinheiros (San Pablo) y allí había pastores que tuvieron paciencia para oírnos y, lo mejor de todo, FE para luchar por nosotros. Fue a través de esa fe que conocí el amor de Dios y el odio del diablo.

Al oír su oración en relación a las humillaciones y el dolor que usted y el pueblo pasaron/pasan, y recordar todo lo que usted enfrentó en persecuciones y desafíos. Y aún más, oírlo decir que no sabe más qué hacer y hasta pedirle a Dios que le quite la vida como si fuese un favor, ah no obispo, ¡eso no puede suceder!

Si usted no sabe qué hacer, ¿imagine yo? Yo se que Dios le da la dirección y todos nosotros necesitamos de usted. Claro que necesitamos de Dios, pero sólo usted, a través de la Iglesia Universal, nos lleva a Dios. No existe (que yo conozca) otra obra que nos lleve a Dios.

Cuando hablo con mi madre o mis hermanas (todavía falta que una llegue), veo lo que usted hizo por nosotros: ¡nos llevó a Dios!

Solamente por el hecho de habernos ayudado, ya lo considero vencedor y perfecto.

¡Obispo, existen otras millones de personas, como yo y mi familia, que necesitan del señor para guiarlas al Señor Jesús!

Gracias por, aún en medio de las dificultados, persecuciones y calumnias, habernos ayudado.

Oro siempre por toda su familia: la Sra. Ester, el obispo Renato, la Sra. Cristiane, el obispo Julio, la Sra. Viviane, Moisés. Sólo a veces me olvido de mencionar a su nieto (je). Así, se que puede suceder de todo en el mundo, pero existe un hombre de Dios.

Aquí, el trabajo sigue. Son muchas cosas para aprender. Lo que falta en experiencia, lo llevamos en la fe y en la misericordia de Dios hasta aprender, ¿no es? Y Dios ha bendecido nuestra voluntad de ver salvas a las personas, trayendo más y más personas.

En breve, abriremos una iglesia más. Faltan detalles.

Aprendí mucho con los obispos Renato y Julio (y todavía aprendo, pues siempre me mandan sus direcciones) y con el obispo Pedro, que ahora está en Inglaterra. Sus reuniones son muy buenas. Hasta a esquiar me enseñó, ¿es tímido? Sólo en la IURD.

Manténgase con Jesús. Obispo, y un fuerte abrazo.

¡Amamos a Jesús y a usted!

Guilherme, de Irlanda