Obispo Edir Macedo:

Mi experiencia con su historia de superación, descrita en el libro Nada que Perder, sucedió en el universo académico.

Ya leí diversos autores, como Machado de Assis, Paulo Freire, José Lins do Rego, Graciliano Ramos y otros escritores renombrados, pero ninguno de ellos habló tanto conmigo como su libro.

No es que las obras de esos autores no sean significativas, sino que la contribución de Nada que Perder a mi vida personal fue muy valiosa.

En él encontré respuestas que buscaba.

Lo leí sensibilizada, muchas veces llorando, en solo dos días, porque descubrí hechos verdaderos que me ayudaron a mirar hacia mi interior.

Soy graduada en Artes Visuales en la Universidad Federal de Paraíba, especializada en Psicopedagogía y, actualmente, estoy cursando el master en Formación Educacional y Subjetividad de la Facultad de Ciencias Humanas de Campina Grande.

Para quien llegó a la Iglesia Universal del Reino de Dios solo con la enseñanza media en el currículum y seis meses después ganó dos concursos públicos – uno estatal y uno municipal – lo que tengo que decir es que estoy muy agradecida por todas las enseñanzas de fe recibidas de usted.

Después del lanzamiento aquí en la librería de Paraíba debatimos Nada que Perder con los masters de la universidad.

Muchos demuestran curiosidad por el éxito de la obra, que, según leímos en las noticias, será traducida al inglés y al español, y lanzada en otras capitales del mundo.

Pero lo que llama la atención de todos son sus experiencias constructivas, rememoradas y registradas, que nos llevan a creer, ante todo en Dios, y en nosotros mismos.

Es como si cara a cara, usted nos dijese que sí, que somos capaces de ir más allá, aunque a veces parezcamos débiles y flojos.

Su libro nos muestra que usted es como uno de nosotros, como un brasileño más que sabe a dónde quiere llegar y por eso persevera.

¿Quién nunca sufrió injusticias? ¿Quién nunca fue humillado? Su historia impresiona porque es vivaz y habla con nosotros directamente.

Palabras que rescatan personas del fondo del pozo. Ejemplo de vida que transforma conceptos y revoluciona mentes.

Ana María do Nascimento Lima, 52 años.