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2° Día del Ayuno de Daniel

Fe y confianza

Pacientemente esperé al SEÑOR, y Se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Salmos 40:1

Esperar con paciencia en el SEÑOR es confiar. La confianza es una virtud de los maduros en la fe. Como el despegue de un avión, así es la fe; la confianza es como el viaje crucero (botón automático).

Tanto la fe como la confianza son frutos del Espíritu Santo. Una depende de la otra. La fe que traslada montañas depende de la confianza para que la montaña siga caminando.

Muchos han tenido fe para conquistar el oro y el moro, sin embargo, se pierden en la confrontación de una tempestad pasajera. Lo difícil no es conquistar, sino mantener la conquista. Es como el matrimonio: no es difícil casarse, sino mantenerse casado…

David era un experimentado y fervoroso hombre de guerra, pero también tuvo que aprender a confiar en Dios. En los momentos de extrema angustia, cercado por enemigos feroces, por la fe clamaba…Pero con la confianza se mantenía en la expectativa de la respuesta. No fue en vano que confesó:

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú (SEÑOR) estarás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infundirán aliento. Salmos 23:4

Lamentablemente, la mayoría cristiana ha comenzado bien en la fe, pero ha terminado mal debido a la ausencia de la confianza. Mientras escribo estas líneas, recuerdo los momentos de grandes conflictos y, confieso, si no fuese por el bautismo con el Espíritu Santo, no estaría aquí.

Mientras está leyendo este texto, ciertamente nace dentro de usted un deseo enorme de recibir el Sello del Espíritu de Dios. Entonces, vaya ahora mismo a un lugar reservado y ore así:

Señor Jesús, porque yo creo en Ti como mi SEÑOR y Salvador, ¡poséeme por entero y haz de mi cuerpo Tu morada y Tu voluntad!…
En el Nombre del Señor Jesucristo, ¡amén!

Entonces aguarde en un lugar reservado (Jerusalén) el derramamiento del Espíritu Santo.

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– 1º Día del Ayuno de Daniel