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Sexo con el diabo – Capítulos 11, 12 y 13

“El texto que sigue es la continuación del testimonio de María de Fátima da Cruz Carvalho. Vea también los capítulos 1, 2, 3, 4, 5, 6,7 , 8, 9 y 10

Mi padre llevó a mi madre a esa iglesia que se llama Iglesia Universal del Reino de Dios.

El día que mi padre llevó a mi madre, yo no podía ni levantarme de la cama, y el ángel/demonio me decía: “Tu no vas a ir allá. ¡No vas a ir a la casa del Hombre de la Cruz!”. Yo no entendía lo que él me decía; lo cierto era que no podía levantarme de la cama, estaba dolorida, débil.

Mi madre empezó a frecuentar esa iglesia y eso me molesto mucho.
Mi mamá comenzó a mejorar, hasta que un día dejo de oír la voz del ángel; ella quedo libre de él. Y dijo: “¡Milagro!”

Todo lo contrario a mi, yo estaba muriendo lentamente. Rebelde, no aceptaba ir a esa iglesia. El tal ángel me golpeaba y me decía siempre: “Tu no vas a ir allá”.

Varias veces yo le decía a mi madre: “ ¿Yo, ir a esa iglesia? ¿Iglesia de estafadores?” Ella solo me decía : “Vas a ir, quieras o no. ¡Yo se que vas a ir!”

Yo la veía con fotos mías y le decía: “ Mamá, ¿me estas haciendo algún daño, llevando mis fotos a esa iglesia de los brasileños? Yo tenía tanta rabia cuando veía a mi madre ir a la iglesia. Solo la acompañaba para irritarla, y el descarado del ángel me decía: “Tu no entras, no vas allá” Cuando yo llegaba en la puerta de la iglesia y mi madre entraba, me quedaba afuera, diciéndole a aquellos hombres: “¡Ladrones, brasileños estafadores, yo nunca entrare aquí!” Pobre de mi madre, quedaba avergonzada.

Esto duró aproximadamente dos a tres años. Mi querida madre nunca se rindió.

Ella no sabía escribir, entonces me pedía que escribiera cosas que yo no entendía para que, pero, pobrecita de mi madre, ella no sabía escribir. Y yo, una perturbada, decía: “OK. Dame que yo escribo.” Y una de las cosas que ella me pidió, que jamás podré olvidar, fue lo siguiente. Ella me dijo: “¡Escribe como yo te diga, Faty! Fátima servirá a Dios.” Y repitió ella: “ Escribe; mira que El (Dios) esta mirándote! Yo, atormentada, pensaba cuando escribía: “ ¡Yo nunca voy a servir al Dios de ella! ¡Dios! ¡ Dios!”

Yo, ignoraba, no sabía que en aquel momento mi madre estaba participando de una campaña de fe. Pero mi vida estaba entrando en un abismo total y profundo.

Al despertar en una mañana de mayo (estábamos en el año 1996/1997), decidí que aquel día iba a poner fin a mi vida, pues estaba dolorida por haber sido una vez mas violada por el ángel/demonio. Decidí que de aquel día yo no pasaba. No le dije nada a nadie.

Escribí una carta a mis padres y la dejé en mi casa. Fui a dejar a mi hijo con mis padres y les dije: “Tengo que hacer algunas cosas.”

Le di el día libre a mi empleada. Compré mucha cocaína y comencé a caminar hacía el abismo final. Yo iba a morir.

Comencé esta caminata, una decisión forzada por la posesión demoníaca de la que era blanco, porque a esa altura yo ya sabía que aquel ángel era muy malo.

En mi adiós a la vida (en la realidad de mi vida), fume y consumí toda aquella cocaína.
Tome mi auto con un poco de coca que todavía tenía y fui al Pontão de Cacilhas, donde varias personas que conocí ya se habían arrojado y muerto allí. Y el ángel me decía exactamente estas palabras: “Vamos, acaba contigo. Eres un parásito; estas sola y acabada. ¿Qué te queda? Vamos, lánzate, lánzate, arrójate.” Y yo, parada, miraba hacía el rió y decía: “Cuando termine esta coca, me tiro. Así que termine la última pitada, me tiro.”

Al mismo tiempo, en mi cabeza, escuchaba algo diferente que varias veces pasaba por mi mente: “Descubriréis la verdad y ella te librará.” Pero yo no entendía, no prestaba atención, yo quería que terminará conmigo.

En el adiós de una vida sin valor, sin rumbo, dejaría atrás a mi familia, mi hijo, toda la vergüenza y especialmente ese ángel malo.

Todo se oscureció en mi mente.

No puedo decir, precisamente, lo que me sucedió. Solo se que cuando volví en si, yo estaba dentro de esa iglesia. Yo mire hacía un hombre y le dije: “¿Qué hago aquí? ¡Ustedes no me agradan! Y el hombre me respondió: “Fue la señora que vino hasta acá.”

Comencé a llorar mucho. Esperaba que aquel hombre que estaba allí frente a mi me maltratase, me juzgara, pero no nada de eso me sucedió, al contrario, él me escucho y dijo: “Existe una salida para su sufrimiento.” Yo le dijo: “Entonces, voy a hacer todo lo que usted me diga.”

Hoy yo se que fueron las oraciones de mi madre que me llevaron hasta allí, y que la misericordia de Dios me trajo hasta donde el Señor estaba. No que yo merezca alguna cosa, pero este Dios es misericordioso. Dios me dio una oportunidad.

Mi lucha contra aquel ángel había comenzado ahora.

Consideraciones
El libro sexo con el diablo retrato, a lo largo de esos trece capítulos, todo el sufrimiento de una mujer durante una buena parte de su vida. En medio de engaños, tristezas, droga, violencia y abundante amargura y aflicción, una luz surgió para que la principal protagonista de esta impresionante historia real fuese rescatada de su abismo, aparentemente sin fin.

Al final de esta saga en pro de una paz verdadera, usted va a saber como Maria de Fátima alcanzó la salida de este oscuro y oculto juego de terror y muerte.

Este jueves (04/03) en la última parte de esta dramática historia, usted sabrá lo que llevó a esta mujer, hasta entonces tan sufrida, a tener un final con una vida nueva y feliz.