La Rebeca del pueblo
“Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y vé y tráemelos.” Génesis 27:12-13
Aunque la decisión final de engañar a su padre haya sido de Jacob, vemos aquí la gran influencia que ella ejerció sobre él en aquel momento.
Rebeca no solamente permitió, sino que dio a Jacob la orden de engañar a su padre y, aun peor, asumió la responsabilidad de ese acto.
Ella mandó a Jacob a traer cabritos del rebaño, mientras Isaac había enviado a Esaú a cazar.
Isaac mandó a Esaú a hacer el guisado, mientras Rebeca lo hizo por Jacob.
Ella también mandó a Jacob a que fingiera ser otra persona. Pero, ¿de qué sirve intentar hacer eso con Dios, si Él escudriña nuestros corazones?
Rebeca le enseñó a Jacob a ‘conquistar’ de la manera más ‘fácil’, sin el verdadero sacrificio, ¿y cuáles fueron las consecuencias?
Jacob pasó aquellos años conquistando las bendiciones, pero siendo al mismo tiempo infeliz y engañado. Mientras su madre, que tanto quería verlo ‘bendecido’, pasó el resto de la vida lejos de su hijo amado.
Pues bien, fue ella misma quien dijo: “Sea sobre mí tu maldición”.
Yo jamás quiero ser Rebeca para el pueblo, enseñándole a ofrendar en lugar de sacrificar.
Yo jamás quiero que esa maldición caiga sobre mí.
‘Dejo’ esa maldición para los religiosos que enseñan a las personas que el sacrificio no es necesario. Pero estos, en breve, verán a sus ‘Jacobs’ partiendo para nunca más verlos, pues estarán buscando un Vado de Jaboc para hacer sus verdaderos sacrificios y convertirse en Israel.
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