El corazón de la muerte

Me acuerdo de una joven de Sudáfrica que después de liberarse entró de obrera, y como obrera de Dios rechazó a su ex marido mujeriego y de mal carácter.
Pero, aconsejada por varias obreras, perdonó a su marido y lo aceptó de vuelta. Poco tiempo después descubrió que estaba infectada con el virus del Sida. Tres meses después murió. Su marido no se convirtió y todavía continúa transmitiendo el virus de muerte.
¿Quién la mató? ¿El virus del Sida, el marido o la fe emotiva de las demás personas?
El Espíritu Santo advierte:
“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” (Romanos 8:6)
La Palabra de Dios es gloriosa. Sus informaciones prácticas, no apenas conducen a la vida eterna, sino que también da consejos de los males subliminares de este mundo.
Y no es solo el caso de los sentimientos del alma. ¿Cuántas personas viven un infierno sin fin por causa de un mal matrimonio? Pero ¿Cuál es el motivo de una decisión equivocada? Es el sentimiento engañoso del corazón.
Y no solo en ese caso, ¡No! En todo lo que se dice respecto a las pasiones del corazón. Sea en el arte, los deportes, en las sociedades ilimitadas, en las amistades, en fin, cualquiera que sea el envolvimiento con terceros en la base de la emoción, siempre acaba destruyendo y, muchas veces hasta lleva a la muerte.
En cuanto a la “carne”, bíblicamente hablando, se trata de los sentimientos, pasiones y emociones del corazón, el Espíritu trata de la sabiduría de Dios.
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