32 AÑOS DE CASADOS: UNA REFLEXIÓN
Cuando usted decide cambiar y come la torta de la humidad, usted deja de estar casado con los problemas y permanece casado solo con su cónyuge. De esta manera, los problemas comienzan a resolverse uno por uno
Hace 32 años Cristiane y yo sellábamos nuestro casamiento, intercambiando votos el uno con el otro delante de Dios. Cumplíamos un sueño de nuestra juventud, de nuestra vida, un sueño de servir a Dios juntos. Un sueño en el que después de más o menos un año comenzó a presentar problemas, malentendidos, nuestros espíritus no coincidían. Estábamos de acuerdo en muchas cosas, pero con respecto a algunas cosas teníamos espíritus muy resistentes el uno con el otro.
Reflexionaba sobre cómo lo pudimos superar y sobre cuál fue el camino que buscamos para permanecer juntos y bien casados. Estamos mejor que nunca porque, como hemos enseñado, un matrimonio según las orientaciones de Dios mejora con el tiempo. El mundo dice: «¿Cómo aguantas estar con la misma persona durante tanto tiempo? ¿No te aburres? ¿No te cansas?”. La respuesta es «no». Es normal que usted se canse de algo que es malo., pero, cuando es bueno va mejorando con el tiempo.
Algo que nos ayudó a vencer el problema crónico que había en nuestro matrimonio es que optamos por hacer lo que es correcto por encima de nuestra propia voluntad. Decidimos hacer lo correcto en lugar de seguir equivocándonos.
La Biblia habla del «espíritu del error», que es un pensamiento que conduce a la persona al error, aunque sepa o no lo que es correcto. ¿Y cuántos matrimonios se terminan porque la persona está arraigada en su manera de ser? Ella prefiere que su matrimonio se termine en lugar de abandonar sus convicciones, de sus manías.
Si hay algo que hicimos fue divorciarnos de nuestros errores. Porque primero reconocimos dónde nos estábamos equivocando. Reconocí que no era el gran marido que creía ser. ¿Cómo podría ser un buen marido si mi esposa decía que se quería separar de mí? Entonces, tuve que mirar hacia mi interior y reconocer que no era un buen marido. Tuve que separarme de mis manías.
En la vida profesional, para que se mantenga activo, sabe que debe mejorar. Usted cambia, se adapta para sobrevivir. Sin embargo, en el matrimonio, pensamos que no debemos cambiar.
Cuando ella y yo abandonamos el espíritu del error, que hacía que conflictuáramos el uno con el otro, los problemas, uno por uno, se fueron resolviendo. Y nosotros, finalmente, nos volvimos una sola carne, un solo espíritu.
Pero el espíritu del error lo inducirá, le dirá: «Te lo mereces. Todos lo hacen. ¿Qué problema hay?». Y, si actúa por medio de él, destruirá su vida, su matrimonio, su alma. Este espíritu del error lo quiere llevar al lugar equivocado, donde Dios está ausente, que es el infierno.
Como regla general: resista al espíritu del error y haga lo que es correcto por encima de lo que siente, por encima de lo que le gusta. De esta manera, las cosas saldrán mejor en su vida.
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