Obispo, después del nuevo nacimiento vislumbramos todo claramente. Todo lo que estaba escondido queda totalmente visible.

El Espíritu Santo nos revela, nos cuida, nos guía, nos renueva y nos sustenta de manera magnífica. Las cosas de Dios son tan simples cuando tenemos el Espíritu Santo. El uso de la fe, los propósitos de fe en fe, el alimento de la Palabra y el cuidado para no caer.

Mañana empieza el Ayuno de Daniel. Este va a ser un poco diferente. La dirección es que dejemos, además de las informaciones, las cosas que nos gustan.

Obispo, en los dos últimos Ayunos, mi marido y yo ya hacíamos eso, ya dejábamos de hacer las cosas que nos gustan, nuestras actividades… Él ya dejaba de ir al partido de fútbol, y yo, al masaje de los sábados. Las fiestas, los eventos, los paseos, no hacemos nada en ese período. Me puse muy feliz cuando vi su orientación, pues ya me había desprendido.

Hace mucho tiempo ya que no veo la “red cloaca” por elección propia, pues entendí que la programación no tiene nada de DIOS. Por lo contrario, está totalmente en oposición a todo lo que es de la fe y de DIOS.
Entonces, la excluí por completo. No veo programas de las otras iglesias, no mezclo la fe. Entendí que cuanto más invierto en las cosas espirituales, en las cosas de DIOS, más me fortalezco, más me afirmo.

Permanezco firme para comer la “carne de la fe”. La fase de la “papilla” ya pasó. Gracias a Dios, ya estoy aprendiendo a caminar.

Mi preocupación está en los frutos del Espíritu Santo y ya no más en aparecer.

En este Ayuno de Daniel, voy a subir un escalón más en mi vida y en mi fe, ¡¡¡voy a prepararme para comer como le gusta al gaucho!!!
Asado.
Voy a comer la “asado de la fe”. Voy a alimentarme de todo lo que es de DIOS. Es Eso Lo que nos alimenta: el Espíritu Santo.
¡En la fe, en el Ayuno!
Que Dios continúe siempre bendiciéndolo.

Vanessa García.

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Obispo, en primer lugar, quiero expresar mi alegría por tener esta oportunidad de contar la experiencia que tuve esa noche. ¡Dios lo usó de una forma tremenda! Llegué ayer a la reunión de obreros desanimado, desamparado, perdido en medio de mis dudas, amargado y pensando en desistir de todo.

Cuando usted habló de la entrega total, dando el ejemplo, lanzándose en los brazos del obispo Renato, mientras muchos se reían y lo encontraban gracioso, yo estaba en ese momento recibiendo un llamado de Dios, una oportunidad. Derramaba lágrimas, como lo hago ahora, y veo la convocatoria a la mayor decisión de mi vida.

Le confieso que no fue nada fácil levantarme y vencer mi orgullo. Y cuando llegué al altar de mi Padre, ese peso salió.
Obispo, yo estaba hasta entonces tomando dos comprimidos para la presión cada 6 horas. Hoy ya pasaron 14 horas y no necesité ninguno. Estoy tranquilo, en paz.

¡Qué día maravilloso! No tengo palabras para expresarle mi gratitud a Dios por su visita aquí a Rio de Janeiro. Le confieso que no oraba frecuentemente por usted. Pero, a partir de hoy, me acordaré de usted en todas mis oraciones, como me acuerdo de mis tres hijos y de mi esposa.

Alberto

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La Palabra de Dios es el emisor de la fe, y el ser humano es el receptor de la fe. En ese canal de comunicación existen las pequeñas barreras y el bloqueo total. Es como en una autopista: existen los pozos, las pequeñas caídas de barreras y pequeñas señalizaciones de obras que entorpecen, pero no impiden el paso de los vehículos. Sin embargo, existen también los bloqueos totales, en los que el conductor debe detenerse o desviarse de dirección.

Las pequeñas barreras en la fe son las tribulaciones, las persecuciones y las injusticias, que entorpecen pero no impiden, de ninguna manera, la fe de llegar. Y los “bloqueos totales” son exactamente los SENTIMIENTOS. Fue lo que sucedió con Pedro, cuando andando sobre las aguas, le prestó atención al viento y dejó entrar al sentimiento del MIEDO, bloqueando totalmente su fe en aquel momento.
El mayor enemigo de la fe son los sentimientos que alimentan la duda.

La duda toma el desayuno, almuerza y cena SENTIMIENTOS. Ellos son su alimento.

Alexandre