Comentario sobre el post ''El secreto de la felicidad''
Siempre tuve miedo de casarme y que no resultara bien.
A pesar de estar involucrado con una persona al punto de llamarla “esposa”, vivíamos en casas separadas.
Posteriormente, ya con otra persona, sucedió lo mismo.
Y de esas relaciones nacieron dos hijos: uno con cada mujer.
Más adelante tuve una relación más. Esa vez la persona vivía en mi casa, pero fue a base de “si resulta seguimos, si no…”
De todo aquello solo quedó el llanto y el sufrimiento, tanto para mí como para las demás personas involucradas. Una típica falta de compromiso con Dios, aunque Él fuese siempre activado en los momentos difíciles, o mencionado cuando algo bueno sucedía –lo que era raro en la parte sentimental.
Yo era un cristiano asiduo a la iglesia.
Después, recientemente, pasé a ser miembro – un pésimo miembro – de la denominación de la persona que vivió conmigo en mi casa. Las demás eran de denominaciones diferentes. Era una locura. Pero todo el mundo temía al Señor.
¡Y había llanto e intrigas! Como dije, los hijos eran de mujeres diferentes…
Hasta que un día llegué a la Universal. Parecía arroz de tercera, todo roto.
Hoy entiendo sobre esa relación con Dios (asta vertical de la cruz) y la relación con el prójimo – mi esposa en especial, que no forma parte de la “locura” – (asta horizontal de la cruz).
Doy gracias a Dios, que ha sido mi fortaleza, y a las enseñanzas recibidas de ustedes sobre la FE, en las reuniones.
Dios bendiga la vida de todos: obispos, pastores, obreros, miembros…
Amén.
Rildo
*Comentario sobre el post “El Secreto de la felicidad”
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