El Desafío
El desafío que nosotros hacemos revela la grandeza de nuestra fe. El desafío es realizado en situaciones de desesperación, cuando la persona está por perder la vida por una enfermedad mortal, cuando el estómago pide comida y sus manos no tienen qué llevar a la boca, cuando el matrimonio está a la orilla del precipicio, cuando la persona está casi perdiendo a un ser querido. Son casos de vida o muerte.
Todas las personas que hicieron un desafío lo hicieron a causa de la indignación, por no aceptar la situación en la que vivían.
Tenemos varios ejemplos en la Biblia, uno de ellos habla de la desesperación de una viuda que, debido a las deudas que había dejado su marido, estaba por perder a sus dos hijos. Cuando el profeta le preguntó qué tenía en casa, la viuda respondió: “Tu sierva no tiene nada, solo un poco de aceite.” (2 Reyes 4:1-7)
Ese poco de aceite no era suficiente para pagar sus deudas. Lo que cambió la situación desesperada fue el desafío que ella hizo.
El profeta le dijo que pidiera vasijas prestadas a todos sus vecinos; y no pocas, sino muchas vasijas.
Él no especificó qué cantidad de vasijas debía traer la viuda para no limitar su fe. Imagínese si él le hubiese pedido 1.000 y ella solamente hubiera tenido fe para traer 500, o si él le hubiese pedido 500 y ella hubiera tenido fe para traer 1.000.
La fe es un poder que no debe ser limitado.
La actitud de la viuda determinaría el resultado de aquel desafío, grande o pequeño, dependía de ella y de nadie más, por eso la fe es individual.
Lo que nosotros plantamos es lo que nosotros cosechamos. La respuesta de hoy es el resultado del desafío de ayer, y la respuesta de mañana será el resultado del desafío de hoy.
Cuando las vasijas se terminaron, el aceite cesó. Cuando se deja de vivir la fe, día tras día, se pone en riesgo la salvación y las conquistas se acaban.
Además de pagar las deudas, la viuda y sus hijos vivieron con lo que sobró. Pasó de ser endeudada a ser comerciante.
Considerando que, en aquella época, el aceite era muy comercializado, quien tenía aceite tenía dinero, alimentación y fuente de energía. Es por eso que es el símbolo del ESPÍRITU SANTO, QUIEN LO TIENE POSEE LA PLENITUD DE DIOS Y ES FELIZ.
Muchas personas están en una situación semejante a la de la viuda. En ese caso, ¿qué se debe hacer?
EL PROFETA LE PREGUNTÓ A LA VIUDA: ¿QUÉ TIENES?
Si usted está conforme, ¡olvídelo! Pero si está indignado, ¡entonces está maduro y listo para el desafío!
Quien cree viene, quien no cree se queda.
Obispo Romualdo Panceiro.
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