El disgusto de David
“Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban Tus palabras.” Salmos 119:158
Créase o no queridos lectores, David también sintió disgusto. ¿Y cuándo fue que esto sucedió? ¿Cuando fue perseguido por los enemigos? ¿Cuando perdió el hijo? ¿Cuando fue injusticiado? ¿O cuando fue despreciado?
El se disgustó cuando vio personas que teniendo el pleno conocimiento de la verdad y, pudiendo practicarla, preferían hacer su propia voluntad, despreciando de esa manera el cumplimiento de todas las promesas de Dios, siendo infieles a Él.
Naturalmente, los impuros de este mundo, y en especial los que están en nuestro medio, deben estar razonando así: ‘¿Quiere decir que ellos sienten disgusto cuando, por la infidelidad de las personas, faltan recursos para la iglesia y ellos no logran pagar sus compromisos?’
“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.” Tito 1:15
Por el amor de Dios, entiendan: el disgusto de David es el nuestro, en los días de hoy, no es con la carencia de recursos para la iglesia o para la vida personal del pastor, pues nunca va a faltar nada para la obra, ya que el “Dueño de ella sabe suplirla con celo”.
Lo que entristecía a David, y nos entristece hoy, es que hombres de Dios tienen el poder de ver las consecuencias de las cosas. O sea, nosotros sabemos exactamente dónde va a llegar usted – siendo fiel o infiel a Dios.
Siendo así, para el bien de su alma y por la garantía de una vida honrada aquí, sea fiel a Dios en todo, inclusive en los diezmos.
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