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Drogas y Criminalidad

Infancia perdida: el caos de las drogas en Brasil

El crack consume cerca de 600 mil jóvenes y deja otros 25 mil corriendo serio riesgo de muerte

Subterráneo Santa Cecília, centro de San Pablo. Un joven arrodillado, en la salida de la estación, implora por dinero. La camisa rasgada está completamente mojada. Visiblemente drogado, el chico se refrega en el rostro la sangre que le cae de la nariz y mancha la ropa y el suelo. Las personas pasan y lo máximo que hacen es balancear la cabeza negativamente.

Así como él, otras decenas de niños y niñas andan por las calles del centro de la capital paulista confundidos con zombis. Si ese joven fuera ayudado, puede ser que sobreviva hasta los 19 años, ya que el Índice de Homicidios en la Adolescencia (IHA) estima que hasta 2012 cerca de 33 mil personas entre 12 y 18 años serán víctimas de asesinatos. Entre las causas está el uso de drogas y el tráfico. El IHA aun estima que 13 jóvenes mueren a diario en el país.

Por las calles de las ciudades, es cada vez mayor el número de niños y adolescentes que tienen debajo de viaductos y veredas el punto de encuentro oficial para la utilización de drogas de todo tipo. El crack, la más cruel de todas, consume cerca de 600 mil jóvenes, y deja otros 25 mil corriendo un serio riesgo de muerte, según el Ministerio de Salud.

Motivos para eso no faltan, visto que la mayoría de los problemas que involucran a la juventud recaen sobre la familia en la mayor parte de las veces. En muchos casos, la falta de planeamiento familiar, la miseria, el abandono y el maltrato expulsan a los niños de la convivencia en familia hacia las calles, donde serán víctimas de otras formas de violencia y estarán expuestas al crimen y vicios. Y como ese ciclo sólo tiende a cerrarse con la muerte, para el Ministerio de Salud, 50,5% de la mortalidad entre adolescentes son consecuencias de agresión y homicidio.

Una de las soluciones para la disminución de ese índice alarmante, es el ejemplo de los padres, que es muy importante en la educación de los hijos. A pesar de eso, muchos aún insisten en llevar a los niños a bares, haciendo que los pequeños tengan la primera experiencia con el alcohol en presencia de sus responsables. Es lo que dice una investigación realizada por la Universidad Federal de San Pablo (Unifesp), la cual relata que 46% de los adolescentes tuvieron el primer consumo de alcohol en casa. Lo peor es que muchos padres ignoran el hecho de que la bebida alcohólica también merece atención, principalmente porque el alcohol también es considerado un tipo de droga, a pesar de ser lícita. Aún así, es la más consumida entre los jóvenes y la que es usada tempranamente, con una media de edad de 12,5 años.

El uso cada vez más temprano de este tipo de drogas lícitas o no puede estar relacionado con el tipo de amistad o compañía del adolescente, falta de orientación y de estructura familiar, en que los padres se muestran lejos de la realidad de los hijos o que toca a los peligros escondidos por detrás de la música, artistas, filmes y fiestas que hacen apología al uso de estupefacientes.

Tal vez sea pesimista la idea de que la juventud está reduciéndose, de a poco, en polvo, alcohol, comprimidos, tabaco y cachimbo. Pero, si el retrato del futuro fuera la imagen del joven del metro, será difícil pensar que el futuro del País estará en buenas manos, si los jóvenes están deteriorándose cada vez más temprano. A no ser que la sociedad se replantee lo que de hecho es válido como concepto, valor y principio, para que opiniones proselitistas y dogmáticas no dominen la mente y la inteligencia de las personas, haciéndolas creer que Dios está por detrás de todas las desgracias y dolores de la humanidad.

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